Contabilizando el progreso de un país
Octavio Pérez Maqueo1, Miguel Equihua1 y María Luisa Martínez2
El Producto Interno Bruto mide la producción, pero no el bienestar. Existen otras propuestas para medir el progreso económico que además integran lo social y ambiental.
Producto Interno Bruto
El lector estará de acuerdo en que, para llevar una contabilidad saludable, es sensato considerar elementos como: los ingresos que obtenemos, los gastos que realizamos, las deudas que adquirimos, cuánto ahorramos y las inversiones que hacemos durante un periodo determinado. Esta lógica aplica tanto para un hogar como para un negocio, e incluso para la contabilidad de un país. En este último caso, el sistema de contabilidad nacional registra todos los flujos económicos que ocurren dentro del territorio, asumiendo que existe alguna forma de registrarlos.
Sin embargo, a pesar de contar con este sistema integral, es común que, al preguntarnos “¿cómo va el país?” o al compararlo con otras naciones, nos enfoquemos únicamente en un indicador: el conocido Producto Interno Bruto (PIB). El PIB se desarrolló a partir de 1934 por Simon Kuznets para calcular el ingreso nacional de Estados Unidos. Ante la crisis de la Gran Depresión, Kuznets quería colaborar con el gobierno del presidente Roosevelt y ayudarlo a entender la economía del país con base en datos reales. El PIB representa el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales generados por un país o región, normalmente durante un trimestre o un año. Dicho en términos simples, el PIB nos indica el valor monetario total de lo que produce un país en un periodo dado.
Aunque el propio Kuznets lo advirtió desde un inicio, es frecuente caer en la idea errónea de que un país con un PIB elevado necesariamente goza de una mejor calidad de vida, y que sus habitantes viven más satisfactoriamente que aquellos de países con menor ingreso. Esta confusión puede surgir porque tendemos a pensar en la relación: más producción → más dinero → más bienestar. No obstante, esta relación tiene un límite: después de cierto nivel de ingreso, los niveles de satisfacción no aumentan necesariamente (Figura 1). Por ejemplo, en 2024, las personas que vivían en México reportaron un nivel de satisfacción similar al de quienes habitaban en Estados Unidos, a pesar de que los mexicanos se asocian con solo un tercio del ingreso per cápita de los estadounidenses.
Fig. 1 Relación entre PIB per cápita y nivel de satisfacción de vida para el 2024. Fuente: https://ourworldindata.org/happiness-and-life-satisfaction.
Hay muchos problemas con indicadores tan globales. Por ejemplo, el PIB no muestra cómo se distribuye la riqueza: un país puede tener un PIB alto y, al mismo tiempo, grandes desigualdades sociales (Figura 2).
Fig. 2 Zonas de marcada desigualdad en la Ciudad de México. Fotografía: Johnny Miller Photography/ https://www.millefoto.com/
Tampoco distingue si el dinero se gasta en actividades beneficiosas o perjudiciales: puede destinarse tanto a curar niños como a fabricar armamento. Además, no considera la degradación ambiental asociada a la producción de bienes y servicios, ni los beneficios que nos brindan los ecosistemas, ni el valor de la cooperación social para resolver problemas colectivos. De hecho, el Reporte Mundial sobre la Felicidad, basado en encuestas en más de 150 países, muestra que, además del PIB per cápita, factores como la esperanza de vida saludable, el apoyo social, la libertad para tomar decisiones importantes, la generosidad y la baja percepción de corrupción explican de forma significativa el nivel de felicidad de las personas (https://data.worldhappiness.report/country/USA). Si hacemos una analogía con un automóvil, el PIB nos indica qué tan rápido vamos, pero no nos dice hacia dónde queremos ir, qué estado de ánimo tenemos, ni cuánto combustible nos queda.
Midiendo lo que realmente importa
Considerando lo anterior, se han propuesto indicadores complementarios o alternativos al PIB. Uno de ellos es la llamada Economía de la Dona, que integra dimensiones sociales y ambientales con el objetivo de alcanzar un desarrollo equilibrado: satisfacer las necesidades humanas básicas (salud, vivienda, educación, etc.) sin rebasar los límites ecológicos del planeta. Este modelo ya ha sido adoptado por ciudades como Ámsterdam, Barcelona, y forma parte del marco del Programa de Economía Circular de la Ciudad de México 2024–2030. Otro instrumento crucial es el Sistema de Contabilidad Ambiental-Económica para los Ecosistemas (SEEA EA), adoptado por la ONU en 2021, que permite evaluar los cambios en la extensión, condición y servicios de los ecosistemas. Contar con esta información nos ayuda a valorar la relación que cultivamos con los ecosistemas con los que convivimos, si los estamos protegiendo o si los estamos sacrificando con las decisiones económicas que tomamos. Países como México, Brasil, China, India y Sudáfrica ya han comenzado a implementarlo de manera institucional (Para México, INEGI ya ha publicado un primer conjunto de datos al respecto (https://inegi.org.mx/investigacion/cem/2013/), y su adopción en países de la Unión Europea está cada vez más cerca de ser obligatoria.
Hacia una nueva contabilidad del bienestar
Conducirnos hacia un desarrollo centrado en el bienestar humano, el respeto al entorno y a otras especies requiere una visión compartida y en este trabajo hemos compartido una de ellas. Pensamos que contamos con la teoría, la tecnología, los instrumentos y los datos para lograrlo y construir economías más justas y sostenibles. Aún falta camino por recorrer, pero sin duda un primer paso es instrumentar una contabilidad más coherente con el mundo que deseamos. Frente al clima de incertidumbre que impera hoy en día donde el rumbo que seguirá la economía global está en juego, consideramos que este cambio de rumbo es urgente y quizás también inevitable, si aspiramos a transitar hacia lo que podría ser una nueva economía (social y ambientalmente consciente) para el siglo XXI.
Referencias
- Economía de la dona.- https://doughnuteconomics.org/
- Sistema de Contabilidad Ambiental-Económica para los Ecosistemas.- https://seea.un.org/home/Natural-Capital-Accounting-Project
Agradecmientos
- A CONAHCYT a través del proyecto de Ciencia de Frontera 2023 CF-2023-G-1497 denominado “Estimación de la integridad ecosistémica de las costas arenosas mexicanas a través de técnicas de aprendizaje de máquina”.