El popó de las orugas: ¿Una ruta de diseminación de enfermedades?
Eduardo Ávila Hernández, Juan Sebastián Gómez Díaz, Cindy Molina Ruiz, Trevor Williams
La epidemia originada en 2019 por el virus de covid-19 (SARS-CoV-2) nos ha enseñado la importancia de estudiar la presencia de los virus patógenos de humanos en el medio ambiente con el fin de entender la diseminación de estos.
Por ejemplo, el análisis de las partículas del virus de covid-19 en las aguas negras con heces fecales nos ayuda a estimar el número de casos nuevos de covid-19 en la comunidad y permite identificar las diferentes variantes del virus (gamma, delta, ómicron, etc.) infectando a la población en un determinado momento. De esta manera se puede obtener información sobre los niveles de transmisión del virus de personas infectadas a personas sanas y la aparición de nuevas variantes de virus con diferentes características infecciosas, así como determinar la eficiencia de los programas de vacunación anti-covid.
Sin embargo, los humanos no somos los únicos organismos que liberan virus en las heces. Ocurre algo similar en los insectos y las enfermedades virales que los afectan. Por ejemplo, diferentes especies de orugas sufren de un grupo de virus llamado baculovirus, los cuales son altamente virulentos y que se utilizan como insecticidas biológicos para controlar orugas que son plagas de cultivos. Los baculovirus son muy seguros para otros organismos ya que infectan exclusivamente a ciertas especies de orugas.
En una oruga, la infección inicia cuando el insecto consume hojas contaminadas con el baculovirus. Las partículas de virus infectan y se replican en las células del intestino y de ahí se dispersan en el interior de la oruga para infectar a los otros tejidos. Después de varios días, el insecto infectado se muere y libera millones de nuevas partículas de virus para contaminar las hojas de la planta y transmitir la enfermedad a otras orugas que consuman estas hojas.
Actualmente, estudios en el INECOL indican que las orugas una vez infectadas, liberan importantes cantidades de baculovirus en sus heces en los días previos a su muerte. Para ello, se realizan bioensayos con insectos y estudios de amplificación del ADN viral mediante técnicas moleculares para determinar las cantidades de virus presentes en las heces en diferentes periodos de tiempo después de la infección inicial.
Los resultados preliminares indican que las orugas infectadas tienen la capacidad de esparcir partículas del baculovirus en una amplia área de la planta por medio de sus heces. Estudios adicionales, que actualmente se encuentran en proceso, indicarán la fracción de orugas sanas que adquieren una infección viral mediante el consumo de hojas contaminadas con heces originarias de insectos infectados.
Esta información contribuye a entender la relación entre los virus y los insectos y permitirá optimizar el control de orugas plagas de cultivos mediante la aplicación de insecticidas naturales basados en baculovirus.
Una imagen de heces de oruga bajo el microscopio electrónico de barrido
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