En la cuerda floja: el cableado eléctrico y la fauna silvestre

Ana Luisa Gómez Sánchez1, Juan José Barrios Gutiérrez1, Carlos Daniel Pinacho Pinacho2, Sonia Gallina-Tessaro3, Andrés M. López-Pérez3

Actualmente nuestras actividades diarias dependen del consumo de la electricidad suministrada por una red de cables, pero esto puede traer consecuencias a la fauna. 

Hace algunas semanas las actividades en el Instituto de Ecología A.C.  parecían normales como de costumbre, de pronto se vieron interrumpidas por un evento inusual, que consistió en cortes intermitentes de electricidad. Esto afectó nuestras rutinas de trabajo y generó preocupación e incertidumbre en la comunidad por sorpresivo e inesperado suceso. Después de aproximadamente media hora, la electricidad regresó y la vida de todos continúo en relativa monotonía…bueno no la de todos, ya que nadie imaginaba que el acontecimiento había sido causado por el paso de una ardilla sobre las líneas eléctricas, lo que provocó un corto que derivó en una descarga eléctrica sobre su cuerpo ocasionándole la muerte.

En busca de la causa del evento, para nuestra sorpresa, se trataba de un ejemplar macho adulto de ardilla de vientre leonado (Sciurus aureogaster). Esta especie es reconocida por ser dispersora de semillas y regeneradora del bosque, es el roedor más observado del Santuario del Bosque de Niebla, dado su abundancia y hábitos diurnos. Desafortunadamente, este individuo se encontraba sin signos vitales, por lo que se procedió a colectarlo para realizarle la necropsia, con el objetivo de documentar las lesiones producidas por la descarga eléctrica y obtener información acerca de sus parásitos.

Explorando el ejemplar se encontraron lesiones externas que incluyeron: manto del pelaje quemado, sobre todo en la cola, patas, cara y vientre; miembros rígidos; úlceras en piel por quemaduras a nivel del corvejón en las patas traseras y vientre; laceraciones a lo largo de las patas traseras y espuma sanguinolenta emergiendo de las narinas. Mientras que internamente se observó: ruptura de un asa intestinal, lo que ocasionó el derrame de su contenido en la cavidad abdominal; El hígado y los pulmones estaban congestionados y hemorrágicos; había presencia de espuma sanguinolenta en tráquea; inflamación del corazón (pericarditis), y áreas hemorrágicas en hemisferio cerebral y cerebelo derecho. Estas lesiones son compatibles con los casos de electrocución, en donde el fallo cardio-respiratorio corresponde a la causa de muerte.

Previo a la muerte, los mecanismos presentados tras la electrocución incluyen: 1) el paso de la corriente eléctrica por el cuerpo produciendo tetania (parálisis) y espasmos musculares o arritmias que desencadenan paro cardiaco y/o respiratorio o un accidente cerebrovascular; 2) la electroporación, en la cual los campos eléctricos abren poros en las membranas celulares afectando estructuras internas resultando en la alteración de la función de tejidos y órganos; y 3) la generación de calor, originado por el paso de la corriente a través de un mal conductor (el cuerpo del animal) ocasionado quemaduras externas, en músculos, tendones y órganos internos. 

Más allá de estos procesos fisiopatológicos y de lo que para nosotros fue probablemente un evento aislado, de contratiempo para nuestras actividades y desafortunado para la vida de una ardilla, en realidad no son tan raros en la tierra, dada la amplia red de cableado que tenemos para el suministro de energía eléctrica. Por este motivo, las electrocuciones de fauna silvestre son eventos cada vez más frecuentes en hábitats fragmentados donde asentamientos humanos se encuentran en expansión y, por tanto, se requiere la ampliación de dicha red de suministro. Dentro de los animales silvestres, debido a sus hábitos, las más afectadas son las aves que usan los cables para percharse, o especies de mamíferos arborícolas como los monos, ardillas, tlacuaches o perezosos, cuando usan los cables como una extensión de las ramas de los árboles o como ruta para conectarse entre dos parches de su hábitat. Existen reportes que señalan números impactantes de electrocuciones de fauna silvestre.  En una Reserva de Chihuahua entre 1999 y 2001 se encontraron 265 aves electrocutadas, siendo la aguililla cola roja, águila real, gavilán pescador, lechuza y cuervos las más afectadas. Por otro lado, un estudio que analizó datos colectados en el 2021 en varios países de Sudamérica reportó 84 especies de aves afectadas; mientras que en Estados Unidos en 2014 se estimó que la mortalidad asociada a electrocuciones tenía una media anual de 25.5 millones de aves, concluyendo que este es el factor antropogénico qué mayor impacto tiene en ese país.

En el caso de los mamíferos, los primates tienen el mayor riesgo de electrocución. En Costa Rica se reportaron 606 monos aulladores (Alouatta palliata) electrocutados en 10 años, mientras que en Brasil se encontró que el 37% de la mortalidad de los aulladores corresponde a esta causa. A nivel mundial, se estima que al menos 20 especies de primates se han visto afectadas. En el caso de México la información es escasa al respecto. En Palenque, Chiapas, un estudio de la percepción ciudadana acerca de los riesgos que enfrentan los monos en el ambiente urbano, señalaron que los accidentes de electrocución ocupan un segundo sitio después de los atropellamientos.

Cabe mencionar que los animales que sobreviven al shock eléctrico pueden llegar a morir poco después; debido al impacto al caer del cableado, al ser atacados por depredadores cuando se encuentran en el suelo o porque quedaron imposibilitados por la amputación de algún miembro para poder defenderse, escapar o conseguir alimento; varios días posteriores, como secuela de la electrocución, pueden presentarse fallas de los órganos vitales o quemaduras infectadas. 

Los animales que llegan a recibir atención veterinaria, y por la gravedad del daño, en ocasiones suelen ser eutanasiados para evitar prolongar el sufrimiento por lesiones muy dolorosas. Existen casos exitosos de recuperación, pero conllevan un trabajo arduo, comprometido y costoso, no sólo de aspectos médicos, sino también de rehabilitación para que puedan ser reintroducidos a su hábitat.

Finalmente, es momento de regresar a nuestra realidad xalapeña, para comentarles que, en medio del infortunio de nuestra pequeña vecina, la ardilla, este ejemplar nos aportó datos tras su muerte para agregar a la diversidad y la presencia de los parásitos que habitan en los roedores del Santuario del Bosque de Niebla. Encontramos una garrapata ninfa (Ixodes sp.), que también recibió parte de la descarga y acompañó a la ardilla en su infortunado final y otros endoparásitos, nemátodos más afortunados al escapar a la descarga se encontraron vivos dentro del estómago de su hospedero.  

Parásitos encontrados en la ardilla. Créditos: Ana Luisa Gómez Sánchez

Entre estos hallazgos y esta triste e incómoda historia podemos reflexionar sobre las tecnologías con las que satisfacemos nuestras necesidades diarias y tratar de pensar en técnicas que nos permitan interactuar mejor con las demás especies que coexistimos. Algunas de estas acciones podrían ser el uso de celdas solares en casas e instituciones, cambiar al uso de cableado subterráneo, el aislamiento y revisión continua del cableado y mantener en poda periódica los árboles cercanos a las redes eléctricas para evitar que los animales los usen como un puente para llegar a ellos. En México, se han colocado estructuras artificiales sobre las líneas, para el anidamiento de rapaces y con ello disminuir el riesgo de electrocución. Y seguramente con estas acciones podremos salvar unas vidas y disminuir la probabilidad de sufrir la interrupción del suministro de electricidad y de las actividades.

 "La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional”

Slider:  Ardillas sobre cableado eléctrico. Créditos: Deb Cram/Seacoastonline 

1Posgrado en Ciencias INECOL, 2Red de Estudios Moleculares Avanzados, 3Red de Biología y Conservación de Vertebrados