Los hongos en el invierno

Edith Garay Serrano

Los hongos cuentan con diversas estrategias para pasar la época de invierno, en este artículo conocerás varias de ellas.

En la pasada época de lluvias, varios disfrutamos de fotografiar, observar e incluso colectar hongos en el bosque y conforme esta temporada invernal se establece, podemos llegar a preguntarnos, ¿dónde se guarece la funga en el invierno?, ¿cómo es que se “cobijan” del frío? y ¿de qué se alimentan en esta época? Preguntas que tienen tantas respuestas como formas de vida presentan los hongos. 

De inicio mencionaré que los hongos se dividen en dos grandes grupos según las temperaturas a las que viven: psycrotróficos si su temperatura óptima de crecimiento está arriba de 20oC o psycrofilicos si les gusta el frío y crecen bien a temperaturas menores a 15oC, aunque de acá se derivan otros términos porque hay hongos que tiene un amplio rango de temperaturas de crecimiento y otros más estrecho, incluso llegando a crecer adecuadamente a temperaturas menores a 0oC. Muchos de los que crecen en nuestras latitudes son más bien psycrotróficos y aunque las temperaturas de invierno no son extremas como en el Ártico, cuentan con mecanismos para que los hongos la pasen bien en esta temporada, incluso a otros les favorece el ambiente para establecerse en sus hospederos.

Esclerocios, estructuras de resistencia de algunos hongos en condiciones adversas (Foto: Edith Garay)

Se conoce que en zonas congeladas donde puede haber temperaturas bajo 0oC, los hongos que prevalecen son más bien de tipo filamentoso, constituidos por fibras algodonosas. Un ejemplo en México es el hongo Apiospora que fue detectado en el glaciar del Iztaccíhuatl y cuyas esporas se producen en filamentos microscópicos llamados conidióforos. Muchos de los hongos adaptados al frío han mostrado que tienen amplios intervalos de temperatura de crecimiento, Apiospora es un buen ejemplo, ya que se ha encontrado también en zonas semitropicales.

Entre las estrategias para ambientarse al frío, para algunos de los hongos saprobios, que se alimentan de materia orgánica disponible en cualquier sustrato y que se establecen en zonas húmedas y frías, en el aire o en zonas abiertas como bosques y pastizales, está la creación de diminutas películas o biofilms alrededor de sus esporas e hifas que los protegen contra la desecación y los ciclos de congelación y descongelación. Un ejemplo de estos hongos son especies de Cladosporium que viven en el aire, suelo y cualquier área con humedad.

En el caso de los líquenes, que son asociaciones hongo+alga, son organismos generalmente expuestos al frío, en particular cuando crecen en rocas o en troncos de zonas montañosas. Sus estrategias se relacionan con la producción de melanina que protege contra la deshidratación y los rayos UV, la capacidad de utilizar el agua sublimada del hielo o del aire, además de aumentar el contenido de compuestos fenólicos que funcionan como sustancias protectoras antioxidantes, los líquenes además tienen la capacidad de fotosintetizar a temperaturas bajas, obteniendo así parte de su alimento.

Esporas del hongo filamentoso Apiospora, en México existe un registro de este género detectado en el glaciar del Iztaccíhuatl (Foto: Jazmin Cortes Martinez)

Otra técnica de tolerancia al frío en los hongos simbiontes como lo son los endófitos, quienes viven al interior de los tejidos vegetales de árboles, arbustos y herbáceas sin causarles daño, es la producción de sustancias o metabolitos secundarios, como el ácido salicílico y el ácido hidroxibenzoico.

Mientras que muchos de los hongos patógenos de plantas durante el invierno disminuyen su crecimiento y, dentro de su ciclo de vida, cuentan con mecanismos como la producción de esporas de resistencia tal es el caso de las clamidosporas, las oosporas y los esclerocios (masa compacta de tejido), todas ellas con capacidad de pasar el invierno en los restos vegetales o en el suelo y que germinan el siguiente ciclo de condiciones favorables. Algunos de los patógenos de invierno aprovechan las fisuras de los troncos o base de las plantas para ingresar al interior del tejido del hospedero y establecerse. 

Adicionales mecanismos fúngicos para adaptarse al frío es contar con proteínas anticongelantes, el aumento en la acumulación de lípidos, así como la síntesis de ácidos grasos insaturados para mantener la fluidez de la membrana y la acumulación de glicerol como crioprotector. De hecho, en los laboratorios una de las técnicas de preservación de hongos microscópicos es su resguardo en glicerol, lo que baja la tasa de crecimiento de los organismos y mantiene las esporas viables durante el almacenamiento a temperaturas bajas.

Conforme se profundiza en el conocimiento de los mecanismos que tienen los hongos para adaptarse a un rango de ambientes fríos, más se comprende de los potenciales usos que el hombre puede dar a los metabolitos derivados de estos procesos de adaptación. 

 

Referencias

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Slider: Liquen gelatinoso, asociación de hongo y alga (Foto: Edith Garay)