Los poros del suelo

Dra. Lilit Pogosyan1, Dra. Susana Alvarado Barrientos1, Dr. Konstantin Abrosimov2

¿El suelo respira y tiene poros? ¿Cómo son estos poros, y cómo afectan el funcionamiento del suelo? Aquí te contamos.

¿Alguna vez has examinado de cerca el suelo mientras se moja, por ejemplo, al regar una maceta? Si lo haces seguramente podrás ver cómo el agua va siendo absorbida o chupada por el suelo lentamente a través de espacios pequeñitos. A estos espacios entre las partículas sólidas del suelo les llamamos poros, y al porcentaje del volumen de un suelo no ocupado por sólidos le llamamos porosidad. Los poros pueden ser de diferentes tamaños y de diferente origen y, en cada caso, la cantidad, forma y distribución de poros dentro del suelo es clave para su funcionamiento. A su vez, la porosidad del suelo también es clave para los procesos vitales del planeta tales como el intercambio de gases del suelo con la atmósfera, así como la entrada, almacenamiento, y movimiento del agua en el suelo, porque estos procesos ocurren precisamente en el espacio poroso.

Las partículas sólidas que forman el suelo tienden a unirse en agregados, que son las unidades estructurales del suelo. Los agregados pueden ser de diferentes tamaños, y la estructura de suelo son los pedazos de tierra que observamos cuando agarramos un poco de suelo en la mano. Casi siempre observamos unas unidades estructurales grandes que si los apretamos un poco se desintegran en unos más pequeños. Entonces, hay poros que están entre los agregados, que son los poros estructurales, y hay poros dentro de estos agregados que están atrapados adentro y se llaman texturales. Los texturales son de tamaño de unos micrómetros (μm) y se consideran inertes porque prácticamente no se modifican en el transcurso del tiempo. Los poros entre agregados suelen ser más grandes y son los más cambiantes durante el desarrollo del suelo o ante cualquier disturbio. Por ejemplo, estos poros pueden reducirse mucho al compactarse el suelo por pisoteo o por paso de un tractor. Además, hay poros bastante grandes que atraviesan los agregados, que pueden ser formados por ejemplo por la actividad de la fauna del suelo (lombrices, insectos, etc).

Porosidad: a) un modelo 3D de distribución de los mezo- y macroporos (rojos) formados por actividad de la fauna edáfica dentro un horizonte superficial del suelo; b) una imagen en 2D de la organización interna del suelo, las unidades estructurales (gris) están divididas por poros (espacios negros). Crédito: Konstantin Abrosimov.

Entonces, dentro del suelo las partículas sólidas se organizan de tal manera que hay unos espacios vacíos y estos son los poros. Pero también hay poros que existen dentro de los minerales que constituyen la materia prima para la formación del suelo. Un ejemplo es el caso del vidrio volcánico, mineral muy poroso que sirve de materia prima para la formación de los suelos volcánicos como los que encontramos en la zona montañosa del centro de Veracruz. Sin embargo, los poros de este tipo también se forman durante el largo proceso de desgaste y descomposición (llamado intemperismo) de los minerales incluso los más compactos y resistentes. Las cavernas y grietas microscópicas (nano y microporos) formadas por intemperismo entonces también forman parte de la porosidad del suelo.

Ahora, ya sabiendo más sobre la variedad de los poros que hay en el suelo, podemos hablar un poco sobre su funcionalidad. Dependiendo del tamaño, orientación y conectividad, los poros participan o no en los procesos vitales para los ecosistemas, como la entrada (o infiltración), almacenamiento, y movimiento de agua dentro del suelo, así como el intercambio de gases con la atmósfera. Por ejemplo, los poros que están aislados no participan en los flujos globales del agua y gases.  Los poros conectados que forman una red del espacio poroso son los que participan más en el movimiento de las sustancias. 

Por ejemplo, los poros más grandes del suelo se llenan lentamente de agua, pero se vacían muy rápido, mientras que los poros más pequeños se llenan rápidamente de agua, pero se vacían muy lentamente. Así, el tipo de poro más importante para la recarga profunda de acuíferos son los macroporos (> 75 μm), pero como el agua se mueve velozmente a través de ellos, las plantas no pueden aprovecharla. Los poros de mediano tamaño (mesoporos, 30-75 μm) son los más importantes para mantener el agua almacenada dentro del suelo. El agua, y nutrientes disueltos, dentro de microporos (5-30 μm) es la más fácilmente aprovechable por las plantas porque prácticamente no se mueve como lo hace a través de los macro y mesoporos. 

Por otro lado, los macro y mesoporos son importantes para el intercambio de gases entre el suelo y la atmósfera. ¡Quizá no sabías que el suelo también respira! Gracias a este intercambio de gases es posible la entrada de oxígeno necesario para la vida de las raíces y fauna, y la salida de dióxido de carbono y otros gases producidos por el metabolismo de todos los seres vivos del suelo y la descomposición de la materia orgánica. Y, hablando de la fauna del suelo, los organismos microscópicos (como bacterias y hongos) pueden habitar los ultramicroporos (0.1-5 μm) ¿Te puedes imaginar ese micromundo?

Referencias

Slider: el espacio poroso formado por grietas dentro de un horizonte subsuperficial del suelo. Crédito: Lilit Pogosyan

1Red de Ecología Funcional

2 V.V. Dokuchaev Soil Science Institute, 119017, Moscow, Russia

"La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional”