Murciélagos pescadores desde insectos hasta peces
Antonio Guillén Servent
Red de Biología y Conservación de Vertebrados
La insectivoría aérea que fue la estrategia alimenticia de los primeros murciélagos, ha evolucionado en numerosos linajes de quirópteros hacia la insectivoría acuática, y desde ésta algunas formas se han adaptado a la captura de presas subsuperficiales de mayor tamaño, como peces y camarones, dando lugar a formas de vida espectaculares.
El biosonar es un sistema sensorial que consiste en la percepción de la estructura del espacio inmediato y de los objetos componentes a partir de la interpretación de la información transportada en los ecos de los pulsos sonoros emitidos por un animal. La insectivoría aérea, que consiste en la captura al vuelo de insectos voladores, estuvo asociada a la evolución del vuelo y el biosonar. Se piensa que era la estrategia alimenticia de los primeros murciélagos, y sigue siendo la más común entre los murciélagos actuales. En varios linajes de murciélagos originalmente insectívoros aéreos ha evolucionado la capacidad de detectar y atrapar presas sobre superficies, existiendo numerosas especies que capturan artrópodos que reposan sobre el suelo o la vegetación. Esta estrategia ha requerido adaptaciones importantes en el sistema de biosonar, ya que el problema sensorial de la detección de presas que vuelan en un espacio abierto es fundamentalmente diferente de la detección de objetos que reposan sobre un fondo sólido. En el primer caso, el murciélago emisor recibe ecos únicos del objeto puntual que se encuentra al frente en su dirección de vuelo, que puede fácilmente separar en el tiempo de los ecos producidos por los objetos del fondo, e interpretar para calcular la posición y características de la posible presa. En el segundo, los ecos de la presa se reciben embebidos en el conjunto de ecos procedentes del sustrato donde ésta reposa, y el sistema de biosonar debe ser capaz de separar unos de otros, en un proceso de análisis auditivo que evalúa la textura de la superficie. La captura de presas sobre superficies también requiere de adaptaciones sofisticadas en la morfología y musculatura de las alas, para posibilitar el vuelo maniobrable y cernido que permite escanear sensorialmente el fondo y recoger los objetos de interés.
Las aguas superficiales continentales son un medio donde se desarrollan los estadios larvarios y emergen los adultos de una gran diversidad de insectos. La vegetación verde de los ecosistemas riparios mantiene una gran abundancia de insectos herbívoros, y la humedad ambiental atrae insectos voladores desde los ecosistemas circundantes. Esta abundancia de insectos voladores concentra la actividad de forrajeo de muchas especies de murciélagos insectívoros aéreos en estos hábitats. También hay muchos artrópodos asociados a la superficie del medio líquido. Muchas formas con larvas acuáticas, especialmente los dípteros (mosquitos y afines), pupan adhiriéndose a la superficie del agua por debajo, desde donde emergen directamente los adultos voladores. Otros artrópodos viven literalmente sobre la lámina de agua, y los adultos reproductores de muchos grupos depositan los huevos en el agua, a menudo posándose temporalmente sobre la superficie. Algunos de los insectos que vuelan sobre el agua caen ocasionalmente sobre ella, quedando adheridos por sus alas. Esta entomofauna asociada a la superficie del agua, bien sean los insectos emergentes, residentes, ovopositantes o caídos, constituye aparentemente un recurso abundante y constante para los murciélagos insectívoros, ya que un buen número de especies se han especializado en recoger a estas presas, en una estrategia de forrajeo de insectivoría acuática.
Los retos aerodinámicos y sensoriales que enfrentan los murciélagos pescadores de artrópodos son mucho más sencillos que los que representa la insectivoría en vuelo sobre el suelo o la vegetación. En primer lugar, la superficie del agua es perfectamente plana en las áreas calmas, y el murciélago tan sólo debe mantener un vuelo horizontal para no caer en ella, y sin necesidad de una habilidad biomecánica extraordinaria. En cuanto al aspecto sensorial, la superficie del agua actúa como un espejo para los pulsos de biosonar que emite el murciélago hacia su dirección de avance. Al incidir sobre la superficie con ángulos muy agudos, las ondas se reflejan hacia adelante sin producir ecos, y se alejan del murciélago, que percibe un vacío ecoico. En cambio, cuando las ondas emitidas por el murciélago impactan contra un objeto emergente desde la superficie del agua, tal como un insecto que reposa sobre aquella, los ecos reflejados hacia atrás alcanzan los oídos del murciélago como eventos puntuales en el fondo de vacío ecoico, evidenciando la presencia de una posible presa. O sea, el problema perceptivo de la detección de presas que reposan sobre el agua es muy similar a la detección de insectos que vuelan en el espacio abierto, y los murciélagos cazadores aéreos pueden probablemente obtener estas presas sin cambios complejos en el sistema de análisis auditivo y en la biomecánica. Debido a ello, y a la aparente disponibilidad constante de artrópodos ligados a la superficie del agua, numerosas especies de murciélagos de la familia cosmopolita de los Vespertiliónidos, en distintos linajes y en distintas áreas geográficas y continentes, han adquirido de forma independiente esta forma de forrajeo, bien en modo facultativo o especializado. En las formas especializadas se enfatizan adaptaciones morfológicas, particularmente en el aumento del tamaño de las patas y el alargamiento de los dedos, con los cuales estos murciélagos recogen las presas de la superficie del agua. La insectivoría acuática ha evolucionado en especies de las familias de quirópteros neotropicales de los Mormópidos, los Noctiliónidos y los Filostómidos.
La adaptación a la captura de insectos sobre la superficie del agua parece ser la vía de acceso a la utilización de presas sumergidas de mayor porte. Así, en diversos linajes de Vespertiliónidos, y en los Noctiliónidos, han evolucionado formas de gran tamaño corporal, que capturan peces. A partir de la insectivoría acuática, estas especies han experimentado adaptaciones en el sistema de biosonar, con el cual detectan el movimiento de las ondas en la superficie del agua que provoca la natación de los peces, y adaptaciones morfológicas en las extremidades posteriores, con el agrandamiento de la mano, y alargamiento y aplanamiento lateral de los dedos y las uñas, que les permiten barrer la superficie del agua a modo de rastrillo, y ensartar a los peces con las afiladas garras al momento del impacto. En México viven dos especies de estas espectaculares formas de vida. Uno, el murciélago pescador mayor, Noctilio leporinus, con una envergadura de unos 70 cm, que pesca pequeños peces en los humedales continentales y desembocaduras de ríos de las tierras bajas tropicales de México. El otro, el endémico murciélago pescador mexicano, Myotis vivesi, con una envergadura de unos 50 cm, pesca peces y camarones en las aguas de altamar del Mar de Cortés, a veces a distancias de decenas de kilómetros de las costas e islas rocosas donde se refugia durante el día bajo piedras y en fisuras de roca, siendo la única especie de murciélago viviente que pudiera ser considerado como un mamífero marino.
"La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional"
Slider: Murcielaguito bigotudo pescador (Pteronotus psilotis) practicando la insectivoría acuática de superficie en una charca de un río veracruzano (Autores: Antonio Guillén y Jens Rydell).