Por un mundo digital inclusivo 

Citlalli Alhelí González Hernández*

La innovación científica y tecnológica requiere sumar las perspectivas de las mujeres y las niñas para buscar soluciones integrales, más inclusivas y sostenibles.

Palabras clave: igualdad de género, ciencia y tecnología, innovación.

En 2023, el lema de la UNESCO para conmemorar el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) es “por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género”. Sin lugar a duda, este es un llamado importante, pues la tecnología influye de manera crítica en nuestro día a día; una gran mayoría utilizamos teléfonos móviles inteligentes o computadoras, requerimos acceso a internet, consultar buscadores, etc. Además, a partir de la innovación se puede contribuir a soluciones ante retos ecológicos y sociales globales, como el cambio climático. 

De esta forma, las llamadas competencias digitales son fundamentales en un mundo que atraviesa por una revolución tecnológica digital. En el área del aprendizaje, la pandemia por COVID-19 puso en evidencia la necesidad de que todas las infancias y personas jóvenes tengan acceso a la educación en línea y a las herramientas digitales. 

Organizaciones como el UNICEF han reportado que las posibilidades de acceder a las oportunidades de la innovación digital son menores para las niñas, y que las niñas no se benefician de la tecnología digital de la misma forma que los niños. Además, el acceso desigual puede afectar a las infancias más desfavorecidas económicamente, o bien, a las que habitan en zonas rurales más alejadas o de grupos vulnerables. 

En este contexto, la llamada “alfabetización digital” para las niñas se ha convertido en una necesidad creciente para el aprendizaje. Es sumamente importante que el desarrollo científico y tecnológico en la era digital sea diseñado con y para las niñas, que reconozca la diversidad de sus realidades (por ejemplo, si son rurales o urbanas, hablantes de lenguas originarias, aspectos culturales, etc.). Así pues, las niñas y jóvenes pueden fomentar su interés para convertirse en creadoras y desarrolladoras de innovaciones, de manera que las mujeres estemos representadas en las soluciones de ciencia y tecnología. 

Cabe recordar que en la historia de la humanidad siempre han existido aportaciones de mujeres extraordinarias a las ciencias y tecnología, desde Hipatia, Ada Lovelace, Marie Curie, Rosalind Franklin, Henrietta Swan Leavitt, Ángela Ruíz Robles, entre muchas otras. En el pasado, esto fue muchas veces minimizado o invisibilizado, sin embargo, en los últimos años, se reporta que han existido logros en la representación de las mujeres en el sector de investigación, aunque queda camino por recorrer. 

En México, en 2022 las mujeres registradas en el padrón del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) alcanzaron un 38.2 % del total, pero la brecha se profundiza cuando aumenta el nivel de SNI, de tal forma, la representación de investigadoras fue de sólo 20 % en los niveles 2, 3 y de emeritazgo (Conacyt, 2022). En 2015, la UNESCO reportó que también existen disparidades dentro de las regiones, por ejemplo, mientras en Filipinas y Tailandia se había alcanzado la paridad entre mujeres y hombres investigadores (52 %), en un país con un poder económico preponderante como Japón, solo el 14% de los investigadores eran mujeres (UNESCO, 2015). Esto puede sugerir que factores sociales, políticos y culturales pueden influir en la brecha de género, no solo aspectos estrictamente económicos. 

A pesar de que han existido políticas e iniciativas para combatir las desigualdades de género en la ciencia y tecnología, nos podemos preguntar, ¿por qué se mantienen estás brechas?, ¿qué genera que haya menor acceso y participación de niñas y jóvenes en las áreas científicas y tecnológicas? 

Estas preguntas requieren un análisis profundo, pues existen barreras visibles, pero también sutiles que fomentan la desigualdad. Las niñas y mujeres se ven limitadas por normas sociales, expectativas y prejuicios en el seno social –muchas veces subconscientes o profundamente interiorizados–, lo que contribuye a que exista una subrepresentación en las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (llamadas STEM, por sus siglas en inglés).

Caminar hacia la igualdad en la ciencia y tecnología no se limita a los sistemas educativos, requiere una transformación social integral. Es tarea de todas y todos compartir las responsabilidades de cuidado familiar en igualdad, eliminar las etiquetas de las carreras, continuar con políticas que favorezcan que las niñas y jóvenes cuenten con mentorías y guías (modelos femeninos), inspirar y generar redes de ayuda inclusivas, etc. En consecuencia, no solo se podrán atraer a más mujeres a las carreras STEM, sino se logrará que permanezcan y alcancen su máximo potencial en estos ámbitos. 

Dado que las carreras del área STEM se consideran como los “empleos del futuro” que impulsan la innovación, es fundamental que se alcance la representación de las mujeres desde una perspectiva de igualdad y equidad. A partir de estos espacios se podrá contribuir a soluciones para un desarrollo social y bienestar más inclusivos y sostenibles. 

 "La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional"

 

Referencias

  • Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO]. (2015). Informe de la UNESCO sobre la ciencia, hacia 2030: resumen ejecutivo. UNESCO. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000235407_spa

 

Slider:  Mujeres en la investigación en campo (REDES A. C.). Foto: Citlalli A. González H.

 

*Red de Ambiente y Sustentabilidad