Recursos, conflicto y cooperación ¿nuestra victoria pírrica?

Rogelio Macías

Ninguna especie antes ha tenido la capacidad de la nuestra para competir por recursos, esta “victoria ecológica” puede tener consecuencias que no esperábamos.

Todos los seres vivos tienen necesidades sin las cuales su supervivencia o su capacidad de reproducirse se ven limitadas. Lo necesario para satisfacer estas necesidades puede ser tan abundante en el ambiente que alcanzan para todos, pero muchas veces estos elementos del ambiente están limitados. Es ahí donde surge el concepto de recursos, los elementos del ambiente que una población de seres vivos necesita para sobrevivir y reproducirse, pero que no hay en cantidad suficiente para todos. 

Ante la limitación de recursos, los seres vivos pueden competir, ya sea tratando de encontrarlos y consumirlos o acapararlos antes que otros, o combatir agresivamente con otros individuos que también los buscan; pero otra alternativa es cooperar. Algunos hongos se asocian con plantas creciendo en sus raíces, así ambos obtienen recursos del suelo que no podrían obtener de otra forma. Algunas especies de hormiga protegen rebaños de pulgones que se alimentan de los fluidos de algunas plantas, con lo cual los pulgones pueden comer sin riesgo a depredadores, y las hormigas se alimentan de secreciones azucaradas concentradas que los pulgones producen al deshacerse del exceso de carbohidratos contenido en su alimento. Otras especies de hormigas provee sustrato y alimento a hongos que se reproducen mejor de lo que lo harían sin ayuda de las hormigas, y éstas se alimentan de parte de estos hongos. La cooperación entre individuos de una misma especie es también muy frecuente. En especies sociales, varios individuos de la misma especie cooperan constantemente, muchas veces repartiendo tareas diferentes a diferentes individuos o grupos de ellos. 

Pesca de arrastre. Fuente https://www.cambio16.com/restringir-la-pesca-de-arrastre-una-tarea-pendiente-de-la-ce/

 La nuestra es una especie social, como las de otros primates sociales, y nuestro acceso a recursos depende totalmente de cooperar. Imaginemos que tuviéramos que conseguir nuestra comida, o nuestra casa, o nuestra seguridad, sin depender de ningún intercambio cooperativo con otra persona. Hace un medio millón de años, en las sabanas africanas, una fuente importante de comida para nuestros ancestros eran los restos de cadáveres que otros depredadores habían cazado y consumido. Al parecer aprendimos a romper los huesos de estos cadáveres con ayuda de una piedra, obteniendo así una rica fuente de energía a los que pocos competidores podían acceder: el tuétano. Este tipo de innovaciones evolutivas tuvo consecuencias en nuestra anatomía, en nuestra fisiología y en nuestra conducta. 

Desarrollamos un lenguaje que nos permitía intercambiar información y conceptos abstractos de una forma que ninguna otra especie ha podido hacerlo. Todo esto nos permitió establecer un sistema de cooperación tan eficiente que empezamos a competir con otras especies de homínidos que buscaban los mismos recursos, extinguirlos, y extendernos por grandes regiones del planeta. Cooperando nos volvimos excelentes cazadores grupales de prácticamente cualquier especie, y eventualmente entendimos a otras especies lo suficiente no solo para cazarlas, sino para establecer relaciones “cooperativas” con ellas parecidas a las de las hormigas. Empezamos a dar recursos y protección contra depredadores a plantas (cultivos) y animales (ganado) con lo cual se reprodujeron en números enormes comparados con los que tenían antes de tomarlos bajo nuestro cuidado, y a cambio los cosechamos para nuestro consumo.

Esta gran abundancia de comida nos permitió no movernos tanto buscando alimentos y fundar núcleos de población estables donde cada persona era especialista en ciertas tareas, intercambiando así bienes y servicios, con lo que creamos el comercio. Para este intercambio fue muy conveniente inventar el dinero; un bien abstracto intercambiable por recursos concretos. Todo esto permitió a algunos individuos acumular, y tener así mayor capacidad de generar recursos, lo cual hoy conocemos como desigualdad social; algo prácticamente desconocido en sociedades cazadoras y recolectoras. Las reglas para cooperar en una estructura social cada vez más compleja tenían que escribirse pues eran tantas nadie podía ya memorizarlas, y así surgieron las leyes, que cada población y su territorio, hoy llamados países, impone a sus individuos desde su nacimiento. 

Minería a cielo abierto. Fuente https://www.possehl.mx/mineria-a-cielo-abierto/ 

 Si bien sigue habiendo conflictos entre individuos y entre países, hoy cooperamos mucho más de lo que competimos. La cantidad de muertes por guerras o conflictos en relación con el tamaño de nuestra población es ahora mucho más baja que nunca en nuestra historia. Los parásitos o depredadores también causan muchas menos muertes que antes pues hemos controlado o erradicado a la mayoría de ellos. Vivimos el doble que hace apenas unas décadas, y morimos sobre todo por enfermedades de “desgaste” de nuestro organismo. Esta capacidad de cooperar e innovar también nos ha llevado a capacidades tecnológicas que hoy nos permiten extraer cuantiosos recursos de las profundidades del mar o del subsuelo de la tierra.

Hace unos 23 siglos, el ejército de Epiro, en la actual Grecia, logró derrotar a los romanos en plena expansión territorial, pero a un costo muy grande de soldados. Los romanos contaban con amplias reservas de soldados, por lo que las consecuencias históricas para ellos fueron menores. Sin embargo, gran parte de los soldados epirotas murieron logrando dicha victoria. Hoy día se conoce como una “victoria pírrica” a aquella que acaba teniendo más costo para el ganador que para el perdedor.

La obtención de recursos es un motor evolutivo muy poderoso que, mediante selección natural, refina en cada generación la eficiencia de obtención de recursos de los seres vivos. En ese proceso hay ganadores y perdedores. A ojos de cualquier observador extraterrestre, nuestra especie ha ganado claramente la batalla por recursos durante los últimos dos siglos. En menos de un siglo hemos aumentado nuestra población ocho veces. Por otro lado, hemos excedido los niveles de tolerancia de nuestro planeta a la extracción de recursos en términos de clima, contaminación, deforestación, extinción de especies y capacidad de recuperación en el corto plazo. 

Nuestra victoria es indiscutible como la especie con mayor capacidad de satisfacer sus necesidades de recursos a costa de las necesidades de otras especies, resolvimos a nuestro favor el conflicto por recursos entre cualquier otra especie y nosotros; lo que toca ahora es ver si podemos salvarnos de una victoria pírrica.

 
Slider: Extraer el tuétano de los huesos de las presas de otros carnívoros resultó en una importante innovación en la obtención de recursos alimenticios en nuestro linaje evolutivo. Fuente https://www.theatlantic.com/science/archive/2019/04/a-marrow-advantage/586444/